Se paró de la cama y camino hacia el baño, como dice la canción
hacia el tocador y sin voltear, él la miro segura como caminaba, con un calzón
negro como la noche estrellada y una polerita azul que ocultaba sus dulces
pechos, como el mar azul oculta los dulces misterios. Se veía maravillosa, pensó
él, la noche había llegado a su fin pero esa imagen de ella caminando, con sus
largas y hermosas piernas era el regocijo final de una noche que había tenido
de todo, comida, ternura, propuestas audaces, largos caminos, larga búsqueda y
pasión, mucha pasión.
Se reunieron secretamente para verse, lejos de todos, para
amarse en secreto, fueron a comer lo que más les gustaba, comida mexicana y
unas micheladas, momento para conversar, para reírse, para fumar, para mirarse
y tocarse. Caminaron a la Playa, la noche estaba fresca, el mar estaba chúcaro,
la arena estaba esperando. Ella le propuso hacer el amor ahí, en la arena, pero
él, aun reprimido, no fue capaz de hacer que su locura fuera más que su
tontera. Se sentaron en la arena, quizás esperando que la playa se desocupara,
esperando quizás que alguna magia los hiciera invisible, su mano, la de él, se
escabullo por su escote y se fijo a uno de sus pechos, jugando con el botón dulce
de su pezón, imaginado que eran sus dientes y su lengua los que estaban ahí. Era
la oportunidad para hacer un regalo, era la noche para contar una linda
historia, y él miro hacia el cielo y le conto lo que era el cinturón de Orión,
y le regalo para siempre la estrella central de las tres Marías, llamada
Alnilam, que es la más brillante y más lejana del cinturón, será para ti
siempre le dijo, cuando mires al cielo, recuerda que yo también la estaré
mirando.
Después de mucho rato en la playa, con largo silencios, en
donde las pablaras sobraban, pero los cariños, la ternura y muchos sentimientos
no, se propusieron ir a otro lugar, sin embargo, no eran conocedores de la región,
por lo que recurrieron a sus celulares y buscaron, donde podían ir, difícil misión
sin conocer las calles, pero algo se encontró y tomaron su vehículo y se
lazaron a su búsqueda, recorrieron cerros y calles, hasta que llegaron a un
lugar con mucho Moteles y entraron al
primero, respuesta LLENO, el segundo LLENO, el tercero LLENO… Todo lleno, esa
noche al parecer todos estaban ahiiii… Finalmente luego de una larga búsqueda encontraron
un lugar y entraron a la pieza 40, la única
de la noche, la que los esperaba.
Entraron y se amaron durante lo que quedaba de noche, durmiéndose exhaustos uno
al lado del otro, sin embargo había un grupo de invitados que no querían ver
dormir a estos dos enamorado, LOS ZANCUDOS, al parecer la envidia de ver tanto
amor, tanta pasión, se los comieron con tantas picaduras, rondaban el oído de
ambos y nos los dejaban dormir, al menos a ella….
Los despertó el teléfono, el llamado de la realidad, era
momento de irse, ella se sentó sobre la cama y se puso su calzón negro y su
polerita azul y camino al tocador sin voltear, el simplemente pensó, “ esta
imagen es un regalo que no esperaba esta noche”…. Y en silencio le grito, TE QUIERO MI AMOR.