Han pasado algunos meses sin escribir locas historias de
locos encuentros, y no por que no haya habido sino mas bien porque ha habido tantas
que cuesta escribir tan seguido. Antes una historia de encuentro sucedía a lo
lejos, había que encontrarse en alguna fiesta ocultos en la oscuridad, había
que correr en la moto para ir al departamento durante la hora de colación para
llenarnos de yogurt, de leche condensada o de cuanta cosa nos imagináramos, había
que ir a un motel donde nos pilláramos en la calle, dentro de un jacuzzi, en
un parque o donde fuese. Hoy es distinto, podemos hacer el amor cada noche si quisiéramos,
después de 20 meses juntos, hacer el amor contigo aun me maravilla y en cada
encuentro hay anécdotas que hacen de nuestro encuentros algo entretenido.
Lo mejor de hacer el amor hoy es tener la posibilidad de
gritar con todo, he descubierto que somos unos gritones por excelencia, parece
que entre más gritáramos, mas estuviéramos sintiendo, fue por eso que aquella
vez que hacíamos el amor y se me ocurrió sentarme de repente y se doblo tu pies
no sabía si gozabas o sufrías. Cuando no podemos gritar, me voy para adentro,
se me paraliza todo, solo el corazón salta como si se fuera a salir por la
boca, pero la respiración se me detiene y mi cuerpo entero se estremece dentro
de ti.
Nuestros últimos encuentros han sido notables, me dan cosas
aun en el estomago cuando recuerdo ese medio día cuando yo tirado en la cama no
aguantaste las ganas de hacer el amor y aun mas recuerdo el ultimo día en Viña.
Al parecer la bulla en los pasillos nos desconcentró y debo reconocer que sentirte
sobre mi ya es una adicción, cuando tu estas sobre mí, me siento sumiso,
sometido a los movimientos de tus caderas, puedo ver tus pechos, puedo ver tu
cara disfrutando y parece que estuviera tan dentro de ti que llego al final de tu dulce cuerpo, pero ese día tuve que recordar que yo también se hacerte sentir
placer, baje a besar tu clítoris y tus labios húmedos para hacerte estremecer y
sentir como tu cuerpo se retuerce es algo que no es fácil de describir, es como
si lucharas por no sentir más, pero queriendo sentir. Subí por tu cuerpo y me
introduje dentro de ti, dentro tu húmedo útero, que me recibía y que yo sentía
que quería sentirme grande, pero con tanta humedad costaba hacerlo. Nos movimos
juntos, entrando y saliendo de ti, era el último día de esas cortas vacaciones,
por lo que había que irse relajados después de gritar con fuerza, probábamos
volando, con las piernas sobre mis hombros, juntas y separadas, pero la mejor
forma fue con nuestras pieles sintiéndose bien cerca y mirándonos a los ojos,
buscando encontrarnos para acabar juntos, y así fue, gritamos juntos y nos
avisamos que encontrábamos el punto máximo del placer al mismo tiempo.
No sé si hemos escrito 50 historias ocultas y sádicas que estremezcan
al mundo, pero si tenemos 100 historias de locura que deben convertirse en 100 más, y lo que más me reconforta es que aún deseo
sentirte, como lo hice hace 20 meses atrás.