Hay miles de lugares en una casa en donde se puede hacer el
amor, en un balcón (me encanto), en el baño (aun no), en la cocina (pronto), en
el living (su par de veces) y la ultima y wena, sobre la mesa del comedor
(weeeena). Siempre he pensado que la cama es para dormir y de vez en cuando
para hacer el amor, pero para hacer las locuras de amor esta todo el resto de
la casa y siento que esos espacio son los que nos hacen mover eso en la guatita
que nos hace mantener la locura del amor.
Esta historia de loco amor en la ciudad sucede durante una
tarde cualquiera de verano cuando el calor sobrepasaba los índices esperados y
el calor interno era aun más, se encontraron los dos en la cama después de un día
de locuras, mucho sueño, helados e ir y venir, los dos desnudos intentando
sentirse y acabar juntos una vez más, como a los dos les gustaba. Fue en ese
momento cuando apareció la sonrisa malebola de ella, esa que prende las luces
de la fantasía de él. “No hemos hecho el amor sobre la mesa” le dice, a lo que
él que busca complementar sus fantasías,
se puso de pie y fueron inmediatamente hasta el comedor y despejaron la mesa en
donde se cumpliría esa locura.
Ella abrió sus pierna y él se introdujo dentro de ella,
observando cómo entraba y salía, intentó poner sus hermosas piernas sobre sus
hombros, pero la posición la incomodaba a ella, sentía un pequeño dolor en la
garganta (modestia aparte de el jajajaja), cerro sus piernas mientras se movía,
intentando encontrar la mejor manera para hacerla sentir placer, hasta que con
sus piernas abajo lo más abiertas que se podía, y estando dentro de ella, mojo
con su boca su dedos y comenzó a estimular su clítoris mientras entraba y salía.
Con su dedos húmedos y estimulado su clítoris y su vagina comenzó a
estremecerse su cuerpo entero, retorciéndose de placer y gimiendo y pidiendo
mas estimulación, fue un corto pero largo momento en donde su pene se
complemento con sus manos e hicieron sentir placer máximo, no sé qué tanto,
pero debió haber sido mucho porque no muchas veces había visto su cuerpo entero
sentir. “Quiero acabar”, “voy contigo” dijo él y comenzó el rápido movimiento
de su pene entrando y saliendo mientras estimulaba su clítoris, parecía que iba
a acabar, quedaba por momentos sin respiración al parecer, hasta que el sintió como
ella acababa junto con él, con su cuerpo retorciéndose sobre la mesa del
comedor.
Habían logrado hacerlo ahí en la mesa, en donde comer para
los dos ya no será lo mismo, ahora es el lugar en donde textualmente se
comieron con postre incluido y sintieron placer infinito. Claro que las
secuelas quedaron, ella con dificultad para moverse por que la mesa es algo
dura y la espalda lo reciente, pero tengo la certeza que no será la última vez,
aunque la espalda duela un par de día, el placer lo vale, creo yo. Sí, creo que
para la próxima sería bueno partir con aplicar algo de sexo oral, a esa altura quizás
sea más cómodo y placentero.