lunes, enero 26

Que calor, que calor, sobre la mesa es mejor...



Hay miles de lugares en una casa en donde se puede hacer el amor, en un balcón (me encanto), en el baño (aun no), en la cocina (pronto), en el living (su par de veces) y la ultima y wena, sobre la mesa del comedor (weeeena). Siempre he pensado que la cama es para dormir y de vez en cuando para hacer el amor, pero para hacer las locuras de amor esta todo el resto de la casa y siento que esos espacio son los que nos hacen mover eso en la guatita que nos hace mantener la locura del amor.

Esta historia de loco amor en la ciudad sucede durante una tarde cualquiera de verano cuando el calor sobrepasaba los índices esperados y el calor interno era aun más, se encontraron los dos en la cama después de un día de locuras, mucho sueño, helados e ir y venir, los dos desnudos intentando sentirse y acabar juntos una vez más, como a los dos les gustaba. Fue en ese momento cuando apareció la sonrisa malebola de ella, esa que prende las luces de la fantasía de él. “No hemos hecho el amor sobre la mesa” le dice, a lo que él que  busca complementar sus fantasías, se puso de pie y fueron inmediatamente hasta el comedor y despejaron la mesa en donde se cumpliría esa locura. 
 
Ella abrió sus pierna y él se introdujo dentro de ella, observando cómo entraba y salía, intentó poner sus hermosas piernas sobre sus hombros, pero la posición la incomodaba a ella, sentía un pequeño dolor en la garganta (modestia aparte de el jajajaja), cerro sus piernas mientras se movía, intentando encontrar la mejor manera para hacerla sentir placer, hasta que con sus piernas abajo lo más abiertas que se podía, y estando dentro de ella, mojo con su boca su dedos y comenzó a estimular su clítoris mientras entraba y salía. Con su dedos húmedos y estimulado su clítoris y su vagina comenzó a estremecerse su cuerpo entero, retorciéndose de placer y gimiendo y pidiendo mas estimulación, fue un corto pero largo momento en donde su pene se complemento con sus manos e hicieron sentir placer máximo, no sé qué tanto, pero debió haber sido mucho porque no muchas veces había visto su cuerpo entero sentir. “Quiero acabar”, “voy contigo” dijo él y comenzó el rápido movimiento de su pene entrando y saliendo mientras estimulaba su clítoris, parecía que iba a acabar, quedaba por momentos sin respiración al parecer, hasta que el sintió como ella acababa junto con él, con su cuerpo retorciéndose sobre la mesa del comedor.

Habían logrado hacerlo ahí en la mesa, en donde comer para los dos ya no será lo mismo, ahora es el lugar en donde textualmente se comieron con postre incluido y sintieron placer infinito. Claro que las secuelas quedaron, ella con dificultad para moverse por que la mesa es algo dura y la espalda lo reciente, pero tengo la certeza que no será la última vez, aunque la espalda duela un par de día, el placer lo vale, creo yo. Sí, creo que para la próxima sería bueno partir con aplicar algo de sexo oral, a esa altura quizás sea más cómodo y placentero.